Reloj de agua dulce

Solo el 2,5% del agua del mundo es dulce y menos del 1% de ella es accesible, pero este recurso es esencial para toda la vida en la Tierra. El agua dulce es necesaria para el consumo humano, la agricultura, el riego, la industria y la generación de energía. Además, el 10% de las especies animales del mundo viven exclusivamente en hábitats de agua dulce.

La mala calidad del agua provoca más muertes cada año que todas las formas de violencia, incluidas las guerras, y pone en peligro de extinción a más del 50% de las especies de peces de agua dulce y al 30% de los anfibios.

La calidad del agua se refiere a una serie de parámetros que incluyen la temperatura, el pH, los niveles de nutrientes y de sustancias químicas. Estos niveles varían naturalmente entre los distintos entornos de agua dulce, pero la actividad humana puede provocar cambios extremos en la calidad del agua, de los que los entornos naturales no siempre pueden recuperarse.

Seguramente habrás oído hablar del devastador impacto de los vertidos de petróleo en los entornos marinos, pero ¿sabías que nuestros entornos de agua dulce también están amenazados por los productos químicos que utilizamos a diario? Esta contaminación procede de nuestras granjas, nuestros hogares, nuestras carreteras, nuestras plantas de tratamiento de aguas residuales y mucho más.

Como expertos en agua, sabemos que solo podemos mejorar los hábitats de agua dulce si trabajamos juntos. Por eso, reunimos a ciudadanos, empresas, gobiernos, científicos y educadores de todo el mundo para proteger nuestra agua dulce. Al monitorear sus cuerpos de agua locales, nuestros científicos ciudadanos de todo el mundo aportan datos y conocimientos a un esfuerzo global unificado para mejorar la salud del agua dulce para todos. La metodología sencilla y la plataforma en línea permiten a los científicos ciudadanos recopilar datos vitales sobre la salud de los ecosistemas de agua dulce, explorar los impactos de la contaminación en la calidad del agua dulce e impulsar la acción.

Únase a una comunidad global de más de 16.000 científicos ciudadanos que se preocupan por proteger el agua dulce, con proyectos desde Inglaterra hasta China, desde Irlanda hasta Tanzania.